Sergio Pitol, un lujo para Xalapa

Sí, como lo dijo Enrique Vila-Matas, Sergio Pitol “es un lujo para México y Xalapa”.

Lamentablemente, este personaje tan importante para la literatura latinoamericana falleció este 12 de abril, en su casa, aquí en Xalapa, en la calle Pino Suárez no. 11.

“Es por el clima”, decía Pitol respecto a su residencia en la capital veracruzana, y sí, vivió muchísimos años en Xalapa, tanto que fue adoptado por la sociedad de la capital, así como por la Universidad Veracruzana, quien adquirió los derechos de sus traducciones para todo el mercado de habla hispana.

La causa de su muerte fue por complicaciones de una afasia progresiva, que lo acompañaba desde hace varios años.

Su sobrina Laura Demeneghi informó que Pitol pasó una noche complicada. Y la mañana de este 12 de abril alrededor de las 09:30 horas.

Como lo describe el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), Pitol fue veracruzano de crianza y corazón, abogado de formación y escritor por vocación. Nació el 18 de marzo de 1933 en Puebla, México, pero desde los cuatro años se trasladó al ingenio veracruzano El Potrero, tras la muerte de su padre. Al poco tiempo, cuando tenía cinco años, su madre murió ahogada en el Río Atoyac.

Fue un escritor muy reconocido y prueba de ello son los premios que recibió en vida, como el Premio Xavier Villaurrutia, en 1981; Premio Nacional de Literatura, en 1983; Premio Nacional Francisco Xavier Clavijero en 2002; Premio Juan Rulfo, en 1999; Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura, en 1993; Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, en 199; y el Premio Miguel de Cervantes, en 2005, entre muchos más.

Gracias a él, tenemos traducciones de Henry James, Joseph Conrad, Robert Graves, Jane Austen y Witold Gombrowicz. Tuvo una particular afección por autores rusos, muchos de los cuales tradujo al castellano por primera vez.

A pesar de su distancia física con México cuando vivió fuera, el escritor veracruzano conservó intacto el pulso sobre la sociedad mexicana, a la que parodió genialmente. En una ocasión, en una entrevista para Excélsior, fue cuestionado sobre la realidad de nuestro país, “Sí, claro. Mal, estamos mal”, dijo.

-¿Y qué piensa de México?

-“No, no… el problema ha crecido, sólo nos quedan los jóvenes”.

Su influencia fue muy fuerte en escritores no sólo mexicanos, si no de otras partes del mundo, como Enrique Vila-Matas, quien vino a Xalapa al Hay Festival 2012. “Vine para saludar a Sergio Pitol, que es mi amigo de toda la vida”, dejó en claro el autor.

“Él fue fundamental cuando lo conocí en Varsovia en 1973, porque me abrió un panorama hacia la cultura, el interés por la lectura. Fue algo extraordinario, algo que sólo pasa una vez en la vida».

La pluma de Pitol fue una bisagra entre dos brillantes generaciones. La primera formada por Juan Vicente Melo, Julieta Campos, Salvador Elizondo, José de la Colina y Elena Poniatowska, nacidos en los primeros años de la década de los treinta. Fue un grupo prolífico que comenzó a publicar en la adolescencia tardía.

En una entrevista con La Jornada en 2010, el escritor mexicano confesó: “Yo me aventuro a decir que soy los libros que he leído, la pintura que he visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos triunfos, bastante fastidio. Uno es una suma mermada por infinitas restas. Uno está conformado por tiempo, adicciones y credos diferentes”.

Debido a su enfermedad, en las últimas presentaciones públicas Pitol ya no hablaba, simplemente sonreía y abría sus brazos para agradecer los aplausos de sus lectores que acudían a verlo.

En 2013 se le rindió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes con motivo de su 80 aniversario, el escritor y traductor permaneció sentado en una de las butacas de la sala Manuel M. Ponce, ahí escuchó la intervención de sus amigos, alumnos y especialistas en su obra, quienes lo definieron como un hombre libre, vital y de humor, autor a contracorriente y solidario que todo lo convierte en literatura.

La obra del escritor mexicano ha sido traducida a diferentes idiomas (francés, alemán, italiano, polaco, húngaro, holandés, ruso, portugués y chino). Entre sus títulos más conocidos se encuentran: Tiempo cercado (1959), No hay tal lugar (1967), Infierno de todos (1971), El tañido de una flauta (1973) y Asimetría (1980), El arte de la fuga (1996), El desfile del amor (1984), y La vida conyugal (1991).

Descanse en paz, maestro Sergio Pitol.

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