Coatepec, hermosa ciudad colonial, situada a escasos 8 kilómetros de la capital Xalapa, cuenta con un clima ideal para el cultivo del «café de altura».

Su nombre viene del náhuatl Cóatl (Culebra) y Tepetl (Cerro). Coatepec significa por ende En el Cerro de las Culebras, sabia descripción que los antiguos pobladores indígenas utilizaron para bautizar la fertilidad de su tierra, ya que la culebra representaba a la Diosa de la Tierra y la Fecundidad, la deidad del sol y de las flores. Las exploraciones arqueológicas y los hallazgos accidentales revelaron que en el municipio de Coatepec se asentó una población totonaca. Los inicios de esta pródiga tierra datan por ende de épocas precolombinas. Los cronistas conquistadores no hacen mención concreta sobre su paso por Coatepec, pero se sabe que la zona constituía un paso obligado en la ruta hacia Tenochtitlán.

En esta región de exuberante vegetación surge, en el siglo XVI, la población de San Jerónimo de Coatepec como uno de los centros de producción y acopio de productos agrícolas más importantes de la zona. A mediados del siglo XVIII, Coatepec era un importante centro productor de caña de azúcar, tabaco, cítricos y, posteriormente, de café. Este último le ha dado fama a nivel mundial. El trazo señorial de la ciudad comenzó en terrenos que pertenecían a la Hacienda de la Orduña. El primer cuadro se dibujó alrededor de la Parroquia de San Jerónimo de Coatepec. Después, se trazaron calles y avenidas amplias, edificios públicos y templos. Entre estos, los más significativos son el templo del Sagrado Corazón de Jesús, la Parroquia de El Calvario y la Basílica Menor de Guadalupe, cada quien un estilo propio, impregnados por las corrientes barrocas y neoclásicas.

El auge comercial y la importancia política que alcanzó Coatepec durante los siglos XVIII y XIX la hicieron merecedora, en 1845, del título de Cabecera de Cantón; tres años después, del de Villa y finalmente, para 1886, del de Ciudad.

Hoy la histórica ciudad conserva su trazo original: calzadas, legendarios puentes, jardines en el interior de muchos de sus edificios. La labor de conservación ha sido apoyada en gran medida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, pues a partir de 1995 fue declarada Zona de Monumentos Históricos del Centro de Veracruz, no sólo por sus iglesias y edificios, sino también por las casa típicas que encierran los enormes invernaderos en donde se cultivan las más exóticas orquídeas. En ellas se pueden observar amplios corredores que asoman sus enormes techumbres cubiertos de teja con la pátina del tiempo, y balcones de hierro forjados.

En Coatepec, muchos de sus habitantes reproducen plácidamente la forma de vida de sus antiguos moradores. Sus amplias y rectilíneas calles invitan a dar un delicioso paseo hasta perderse por los caminos vecinales que conducen a la Hacienda del Trianón y al viejo Coatepec. El visitante podrá entonces transitar por legendarios puentes y ríos que se internan entre espesos bosques de liquidámbar hasta el cerro de la culebra, desde donde se aprecia, en lo alto, el trazo de la ciudad y la extensa red de caminos vecinales que conducen hasta la antigua hacienda de Zimpizahua.

La gran variedad de aromas que desfilan por las calles hacen gala de la eminente cultura gastronómica de la reconocida Ciudad del Café. Cuando la niebla baja al piso, se mezclan los penetrantes aromas del café tostado con el plátano y el inconfundible aroma del pan de leña que, como en los viejos tiempos, se reparte en bicicleta a las casonas de la población.

El encanto de sus paisajes naturales, invita a todos sus visitantes a disfrutar de las maravillas de la zona, y hacen de Coatepec un lugar de estancia inolvidable, rico en tradiciones y costumbres. Basta mencionar las fiestas patronales en honor a San Jerónimo celebradas en los últimos días del mes de septiembre y la gran Feria del Café, celebrada a mediados del mes de Abril.

Por otra parte, Coatepec es un lugar donde el visitante puede saborear una excelente cocina regional especializada en diversos platillos guisados a base de mole, chileatole, antojitos mexicanos, carnes rojas, langostinos, truchas y mariscos. Sin olvidar nieves, helados, dulces y sobre todo, el sabor del tradicional café.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *